LOS CONDICIONANTES ENERGÉTICOS Y MATERIALES DE LA TRANSICIÓN

Cuando se escriben estas líneas no se vislumbra que la declaración final de la COP 28 esté exenta de aseveraciones bien intencionadas, pero carentes de comprometer medidas eficaces que frenen la emergencia climática. Y que tendrían que propiciar cómo superar los condicionantes que lastran las transiciones que habrían de acometerse de inmediato. Por más que las señales que se perciben a diario sean cada vez más amenazantes y que desaconsejarían seguir elucubrando sobre cuando adoptar soluciones que no cabe demorar hasta el próximo decenio o hasta mediados de siglo.

En esta nueva cumbre, no obstante, se han podido oír voces que señalaban la necesidad de multiplicar las energías renovables o intentar cambiar las maneras en que la Humanidad cultiva el Planeta para alimentar a sus pobladores, sin seguir contribuyendo, de manera relevante, a la emisión de gases de efecto invernadero. Lo que exigirá cambios sustanciales que dejen atrás la incipiente y voluntariosa agricultura ecológica, para empezar a concretar la experimentación con la regenerativa o configurar nuevos modelos. De manera que, cuando se constaten su eficacia y viabilidad, se pueda sortear la inseguridad alimentaria que se presiente actualmente y que advierte que tampoco en esto se cumplirá la Agenda 2030, en su pretensión de erradicar el hambre al concluir este decenio.

El Club de Roma se creo en el mismo año en que el matrimonio Ehrlich publicaba su exitoso ensayo La explosión demográfica (The Population Bomb), sin que su editorial permitiese que apareciese el nombre de ella en los volúmenes editados. Tal ensayo contribuyó a justificar, aunque indirectamente, la incipiente Revolución Verde, que supuso, desde finales de los sesenta del siglo pasado, un notable incremento de la productividad agrícola aún a costa de deteriorar la calidad nutricional. Todo ello, junto a la toma de conciencia de lo limitado de los recursos del Planeta, dio pie a que los alimentos fuesen una de las cinco variables que escogieron los redactores del Informe Los límites al crecimiento para considerar los plausibles escenarios en que podría presentarse el futuro humano.

Ahora, cuando las limitaciones que se aprecian son mucho más variadas e interrelacionadas que entonces, conviene que se busquen nuevas maneras con que gestionar ese futuro y no desentenderse de las exigencias que requiere preservar la vida humana y la biodiversidad, Por ello, en esta segunda sesión, parece adecuado preguntarse por cómo construir un sistema agroalimentario sostenible, resiliente y capaz de hacer del hambre una plaga ya olvidada. Y cómo, a la par, articular modelos energéticos que sean capaces de contribuir a mantener los sistemas productivos y sociales, así como acrecentar la calidad de vida de todos los pobladores del Planeta Azul y las generaciones futuras.

Partiendo, por tanto, de las iniciativas ya en marcha, pero también de las dificultades que todo ello encierra y de los obstáculos que habrán de sortearse, se hace preciso y perentorio lograr unas maneras de vivir que permitan la gestión de los recursos y las innovaciones, la perdurabilidad ecológica y configurar sociedades equitativas y solidarias. Aunque para ello hayan de desbaratarse algunas de las gobernanzas y procesos productivos actuales, orillando los intereses particulares en favor del interés general.