LA BANALIZACIÓN DEL MALESTAR

CICLO RETOS Y OPORTUNIDADES PARA LAS SOCIEDADES DEL BIENESTAR DEL MAÑANA

Capítulo Español del Club de Roma

Modo de celebración: SEMINARIO WEB
Día: Martes 23 de Enero de 2024
Hora: 19:00h

El Capítulo Español del Club de Roma se complace en organizar esta jornada.

Cuando en los años 90 del siglo pasado se empezaron a generalizar los procesos de digitalización, se acrecentaban las interconectividades y la telefonía móvil se hacía presente en la vida de las sociedades avanzadas, se auspiciaba que todo ello facilitaría el surgimiento de una inteligencia colectiva global. Se pensaba, así, que en las nuevas sociedades de la información se podría conocer que ocurría en cualquier ubicuidad y al instante. Hoy, por contra, muchas de aquellas idílicas visiones no se han concretado, ni los diálogos de las redes sociales se abren a otros horizontes lejanos y ajenos a los intereses personales de quienes las dinamizan con sus egos, controversias y polarizaciones. Es más, la reiteración momentánea de desgracias ajenas y alejadas de la cotidianeidad de cada cual propicia la indiferencia y la asimilación anestesiada de males y atropellos a los derechos más básicos, que se visionan sin ninguna empatía ni solidaridad. De forma que el malestar se reduce a lo que inquiete a cada ombligo dialogante, así como a lo que deparen los entornos de cada cual. Y a cómo todo ello pudiera llegar a erosionar la felicidad individual, que se sugiere como única y ansiada meta vital.

La banalización del malestar surge, por tanto, a partir de esa especie de búsqueda obligada de la esquiva felicidad, que se ha impuesto como destino a alcanzar por cualquiera de los que vivimos en los mundos más avanzados. Y dentro de las mayorías que no sufren agobios por su subsistencia en dichos mundos. En los que la vulnerabilidad y las carencias se esconden, pues la moda está en parecer y sentirse invulnerables y dichosos.

De forma que cuando los problemas personales se hacen patentes la culpa de su ocurrencia sea fácil de asociar con la falta de las actitudes adecuadas. Pues se aconseja que, ante cualquier inconveniente, se busque su superación con la motivación suficiente y una voluntad de hacerlo sin desmayo. Así cada yo, se dice, podría encarar cualquier problema, mientras que se procura orillar a aquellas personas que no parecen capaces de sortear las barreras que sufren en sus desdichas cotidianas.

Sin embargo, para sortear esa suerte de banalización de los males, no queda más remedio que hablar de la complejidad de los sentimientos y sensaciones, del a veces no poder, de la vulnerabilidad, de los riesgos cotidianos y de cómo aceptarlos y asumirlos. Al tiempo que se hace preciso tratar de recuperar la importancia del sentido de cada vida y de sus valores. Pues no resulta eficiente, por el contrario, confiar todo a unas sesiones o lecturas de autoayuda, en lugar de esforzarse y comprometerse a no ver como insignificantes los inconvenientes que a cualquiera le suceden. Ya que de lo que se trata, en definitiva, es de afrontar con hondura nuestras vidas. Y hacerlo sin olvidarnos de los demás, por más lejanos que estén o poco noticiables que sean. Ni desdeñar aquello que siempre se supo y es que solo nos salvamos en racimo.