GEOGRAFÍAS DEL DESORDEN Y DERECHOS HUMANOS

La Humanidad nunca ha tenido mejores condiciones de vida que en la actualidad. Los datos son claros al respecto si vemos indicadores básicos: mortalidad, escolarización, alimentación, esperanza de vida, mejora nivel de renta, desarrollo institucional, conciencia ambiental…

Sin embargo, pueden existir más dudas acerca de si se va en la dirección correcta y a la velocidad adecuada. E incluso si no se asiste a un tiempo histórico de retrocesos. De incumplimiento de acuerdos y convenciones internacionales en materia de derechos humanos en zonas de conflictos, de no atender fracturas y brechas que se agrandan, de no hacer lo suficiente para mejorar las vidas de dos tercios de la Humanidad que carece de los derechos civiles, políticos y sociales y de que nadie parezca ocuparse de las consecuencias de retos existenciales que ya son presente. Hay, por otro lado, una patente desatención ante las evidencias derivadas del cambio climático y sus posibles y perjudiciales consecuencias, tanto para la vida humana como para la biodiversidad y el resto de vida sobre el Planeta.

En esta nueva Era, en este tiempo de transición, difícil de definir, las referencias a incertidumbre, inseguridad, miedo al futuro o desorden son recurrentes. No solo, pero fundamentalmente en Occidente. Es más, podría sugerirse al respecto, con un enfoque interdisciplinar, centrar la mirada en la idea de desorden y su relación con los derechos humanos, desde cinco planos diferentes: El desorden geopolítico; el desorden relacionado con condiciones de vida-dignidad-derechos humanos; el desorden social y emocional provocado por las fracturas sociales en Occidente y en otros países de capitalismo pobre; el “desorden democrático” creado por los grandes “imperios” del siglo XXI, y finalmente, el (desorden) ambiental provocado por el calentamiento global.

Este último desorden ambiental está incidiendo, cada vez más y haciéndose notar crecientemente, tanto en la vida de las personas como en el resto de los seres vivos sobre la Tierra. Lo que está transformando negativamente numerosos ecosistemas y poniendo en peligro, con ello, la supervivencia de numerosas especies animales y vegetales. Con lo que se acrecientan los riesgos para la especie humana. Lo que obligará a transformar, de manera radical, las formas en como esta ha explotado, para sus modos de vida, los recursos planetarios de todo tipo.

Aunque no todas las personas que habitan el Planeta lo hayan hecho en el mismo grado y con igual despreocupación.