¿QUÉ SUCEDE CON LA SALUD MENTAL DE NUESTROS JÓVENES?

Desde los inicios de la década el tema de la salud mental y la necesidad de prevenirla y tratarla adecuadamente aparece con creciente frecuencia en los medios de difusión. Lo que propicia, a la vez, la propuesta de idear estrategias y medidas públicas a aplicar para asegurarla. Al compás de ello y con la incertidumbre en la que viven los jóvenes a la hora de imaginar y proyectar su vida futura, o con sus dudas sobre cómo se integrarán como adultos independientes en la sociedad, se está resaltando la importancia que tiene el preservar la salud mental de la juventud. A fin, por otro lado y principalmente, de evitar su posible desafección a dicha integración, dadas las precariedades laborales que tienen que encarar en ocasiones o las diversas dificultades que han de sortear para desarrollar sus proyectos vitales.

Lo que lleva a ansiedades sobrevenidas y a depresiones que propician la frecuente aparición de noticias que dan cuenta de tendencias suicidas y de desilusiones generalizadas. Cuyas causas se asocian, a veces, al uso de dispositivos móviles y a la conexión continuada con las redes sociales, señalando el riesgo que todo ello tiene para llevarlos a vidas más sedentarias, solitarias y virtuales. Que, a la postre, resultan incompatibles con un desarrollo humano saludable.

El debate sobre estas temáticas presenta argumentaciones diversas y también propuestas de soluciones que tratan de disipar malestares psíquicos generados por los problemas sociales que se viven. Y que acaban discriminando negativamente a aquellos que debieran ver con mayor ilusión los tiempos venideros. Habrían de buscarse, por tanto, políticas, medidas y apoyos socioeconómicos que les facilitasen como mejorar, a diario, su autoestima, sus propias personalidades y también sus capacidades para perseverar en sus proyectos individuales. Desde los que articular los vínculos afectivos para la felicidad de sus vidas.